Algo que me llama la atención es que, después de que la furia de la naturaleza se calma, muchas veces se puede ver que algunas estructuras permanecen casi intactas, mientras que otras son completamente arrasadas.
Me puse a investigar al respecto, y descubrí que, según estudios realizados, existen algunos factores principales que determinan esta diferencia.
Basándome en los estudios, dividí estos factores en cinco categorías:
1. La calidad de los materiales de construcción.
2. El conocimiento o asesoramiento profesional adecuado.
3. El cumplimiento de las reglas de arquitectura.
4. Las condiciones del terreno sobre el cual se edifica una vivienda.
5. Los cimientos o fundamento apropiados.
Estas fueron las conclusiones de esta investigación, adaptadas a las cinco categorías:
1. Calidad:
Los materiales utilizados eran generalmente de baja calidad, y algunos ni siquiera fueron diseñados para ser usados en construcción.
2. Conocimiento:
No se contrató a un profesional, ni se contó con el asesoramiento adecuado.
3. Cumplimiento:
Los vecinos fueron muchas veces los «arquitectos» de sus propias casas y, por lo tanto, no cumplieron con las reglas básicas de diseño y seguridad.
4. Condiciones:
Las casas que sufrieron daños más fuertes estaban en su mayoría sobre terrenos arcillosos, arenosos, o en áreas inapropiadas para la estabilidad de una construcción.
5. Cimientos:
Y por último — y lo más importante— los cimientos no fueron planeados, cavados, ni ejecutados apropiadamente.
En otras palabras, no existía un buen fundamento.
Estas conclusiones no son nada nuevas. La importancia de un fundamento apropiado como base principal de una construcción es reconocida desde hace siglos. Hace unos dos mil años, en una de las parábolas que Jesús contó a sus seguidores justamente él usó la comparación entre una casa construida sobre la roca y otra sobre la arena.
Tal vez tú no seas un arquitecto, albañil o maestro de obras, pero ¿te has puesto a pensar alguna vez en que todos estamos edificando algo? Y no me refiero a hacerlo con cemento y ladrillos. Con cada decisión que tomas, tú tienes el potencial de construir o derribar. Especialmente, si estás en una posición de liderazgo.
Un amigo arquitecto me explicó que las capas superficiales del suelo son generalmente poco firmes, y por lo tanto inadecuadas para ofrecer el soporte necesario. Es por eso que, para encontrarlo, se realizan excavaciones profundas hasta que poco a poco la tierra se torna más compacta, y finalmente revela una capa de roca firme. Es allí donde se establecen los cimientos.
Los cimientos son las estructuras que reciben todo el peso de la construcción, y deben ser lo suficientemente estables como para acomodarse a posibles movimientos de terreno, por lo que necesitan tener un fundamento sólido; en otras palabras, un cimiento es tan fuerte como su fundamento.
Piensa: ¿cuál es tu fundamento?
No importa si elegiste los materiales más caros, contrataste al mejor arquitecto o tienes una gran extensión de tierra con una linda vista. Si tu vida no está fundamentada sobre roca firme, cuando vengan los vientos y tormentas de dificultades, problemas, tentaciones, enfermedades o pruebas, estarás en peligro de que todo se desmorone… como una torre de naipes. No dejes que esto te ocurra. Decide construir en una base sólida, inamovible, que permita que tu vida permanezca firme ante las circunstancias más adversas.
Sé sabio. Edifica sobre la Roca.