El anuncio del periódico que transformó la vida de una joven
Por:
Milenka Peña
www.milenka.org
Cuentan que hace varios años en un pequeño pueblo, una muchacha llamada Guadalupe decidió irse de su casa. Guadalupe era joven, rebelde, faltaba el respeto constantemente y ya no quería someterse a las reglas de su familia. Al final y sin decir dónde encontrarla, partió del hogar, dejando el corazón de su madre destrozado.
Después de varios meses de buscarla sin éxito, la mamá de Guadalupe tuvo una idea: decidió poner un anuncio en el periódico. La nota simplemente decía:
«Querida Lupita: vuelve a casa. Este domingo al medio día te estaré esperando en la plaza principal. Te amo. Firmado, tu mamá».
El domingo siguiente, la madre se preparó para ir a la plaza del pueblo. En su mente se agolpaban dudas y temores, pero también la esperanza de que su hija hubiera leído el mensaje y acudiría a su encuentro. Cuando se acercó a la plaza, su corazón brincó dentro del pecho. Allí estaba Guadalupe, sucia y desaliñada, y con una mirada de profundo remordimiento. Su madre se acercó, le secó las lágrimas, y dándole un abrazo simplemente le dijo: «Vámonos a casa, mi niña. No importa lo que hiciste, todo está perdonado. Empecemos de nuevo».
Imagínate ¿qué hubiera sido de la vida de esta joven si es que su madre le hubiera guardado rencor? Tal vez pienses que ese resentimiento podría estar justificado; después de todo, Guadalupe lo merecía. Fue ella quien le faltó el respeto incontables veces, y quien al fin decidió abandonar el hogar, dejándola sola. Y a diferencia de la conocida historia de «el hijo pródigo», ni siquiera tomó la iniciativa de reconocer su falta y regresar a casa. Claramente la joven no merecía ese perdón.
Pero la sabia decisión de su mamá le ayudó a reconocer el error de sus caminos, sanó sus heridas y le dio una nueva oportunidad. Y piensa además que si su madre hubiera decidido alimentar ese resentimiento, tal vez ella misma hubiera pasado los últimos años de su vida en una prisión de soledad y amargura.
El amor cubre multitud de faltas. Ese amor incondicional es el que enmienda errores, renueva el corazón y ofrece una esperanza.
Piensa: ¿Hay alguien a quien tengas que perdonar... o tal vez pedir perdón?
No importa en qué posición estés, la de pedir perdón o la de otorgarlo; no dejes que pase un día más sin que lo hagas. Quién sabe, mañana podría ser demasiado tarde. La vida pasa tan rápido y en un abrir y cerrar de ojos aquellos a quienes amas tal vez ya no estén a tu lado.
No dejes que sentimientos nocivos echen raíz en la fértil tierra de tu alma. El perdón no va a cambiar tu pasado, pero sí tu futuro.
Y con relación a Lupita, de quien te hablé hace un momento, la historia no termina allí.
Después de que madre e hija se reencontraron y abrazaron, la mamá de Lupita se dio cuenta que otras cinco jovencitas las miraban con lágrimas en los ojos. Y cual sería su sorpresa al enterarse que todas ellas se llamaban "Guadalupe", y que al leer el anuncio en el periódico, habían también ido a la plaza del pueblo en busca del perdón de sus mamás.
Por:
Milenka Peña
www.milenka.org
Cuentan que hace varios años en un pequeño pueblo, una muchacha llamada Guadalupe decidió irse de su casa. Guadalupe era joven, rebelde, faltaba el respeto constantemente y ya no quería someterse a las reglas de su familia. Al final y sin decir dónde encontrarla, partió del hogar, dejando el corazón de su madre destrozado.
Después de varios meses de buscarla sin éxito, la mamá de Guadalupe tuvo una idea: decidió poner un anuncio en el periódico. La nota simplemente decía:
«Querida Lupita: vuelve a casa. Este domingo al medio día te estaré esperando en la plaza principal. Te amo. Firmado, tu mamá».
El domingo siguiente, la madre se preparó para ir a la plaza del pueblo. En su mente se agolpaban dudas y temores, pero también la esperanza de que su hija hubiera leído el mensaje y acudiría a su encuentro. Cuando se acercó a la plaza, su corazón brincó dentro del pecho. Allí estaba Guadalupe, sucia y desaliñada, y con una mirada de profundo remordimiento. Su madre se acercó, le secó las lágrimas, y dándole un abrazo simplemente le dijo: «Vámonos a casa, mi niña. No importa lo que hiciste, todo está perdonado. Empecemos de nuevo».
Imagínate ¿qué hubiera sido de la vida de esta joven si es que su madre le hubiera guardado rencor? Tal vez pienses que ese resentimiento podría estar justificado; después de todo, Guadalupe lo merecía. Fue ella quien le faltó el respeto incontables veces, y quien al fin decidió abandonar el hogar, dejándola sola. Y a diferencia de la conocida historia de «el hijo pródigo», ni siquiera tomó la iniciativa de reconocer su falta y regresar a casa. Claramente la joven no merecía ese perdón.
Pero la sabia decisión de su mamá le ayudó a reconocer el error de sus caminos, sanó sus heridas y le dio una nueva oportunidad. Y piensa además que si su madre hubiera decidido alimentar ese resentimiento, tal vez ella misma hubiera pasado los últimos años de su vida en una prisión de soledad y amargura.
El amor cubre multitud de faltas. Ese amor incondicional es el que enmienda errores, renueva el corazón y ofrece una esperanza.
Piensa: ¿Hay alguien a quien tengas que perdonar... o tal vez pedir perdón?
No importa en qué posición estés, la de pedir perdón o la de otorgarlo; no dejes que pase un día más sin que lo hagas. Quién sabe, mañana podría ser demasiado tarde. La vida pasa tan rápido y en un abrir y cerrar de ojos aquellos a quienes amas tal vez ya no estén a tu lado.
No dejes que sentimientos nocivos echen raíz en la fértil tierra de tu alma. El perdón no va a cambiar tu pasado, pero sí tu futuro.
Y con relación a Lupita, de quien te hablé hace un momento, la historia no termina allí.
Después de que madre e hija se reencontraron y abrazaron, la mamá de Lupita se dio cuenta que otras cinco jovencitas las miraban con lágrimas en los ojos. Y cual sería su sorpresa al enterarse que todas ellas se llamaban "Guadalupe", y que al leer el anuncio en el periódico, habían también ido a la plaza del pueblo en busca del perdón de sus mamás.