En mi tierra natal y en varios otros países hoy se celebra el Día del Padre. Pero no todos tuvimos la dicha de crecer con un padre a nuestro lado. Muchos no experimentamos en nuestra niñez esa protección, cobijo y abrigo que seguramente se siente al refugiarse en los fuertes brazos paternales. Ya sea por divorcio, muerte, abandono, separación, o cualquier otra circunstancia, millones de niños, yo entre ellos, nunca tuvimos a alguien a quien poder llamar "papá".
La influencia de un padre es innegable, y continúa siendo comprobada por estudios, estadísticas, y el testimonio de miles de vidas. Pero al mismo tiempo, el hecho de no tenerlo no es sinónimo de fracaso. Lo compruebo en mi propia vida. Espero que ejemplos como el mío y cientos de otros similares sirvan de aliento a quienes estén criando solas a sus hijos, o a quienes crecieron en un hogar sin un padre. Hay esperanza y un futuro.
Las estadísticas no deberían definir tu vida.
Es por eso que agradezco a Dios el haber dado a mis hijos un buen padre que pone todo de su parte por darles lo que él y yo nunca tuvimos de niños. No es fácil ser un buen modelo a seguir cuando uno nunca tuvo un buen ejemplo que marque el camino. Admiro a mi esposo por su entrega y dedicación.
Pero por lo que estoy más agradecida aún, es por haber sentido siempre esa guía, protección, refugio y amparo en los brazos de Aquel que me cuidó desde niña y quien me permite llamarlo "Abba" -papá. Mi Padre celestial.
~Milenka Peña